Casi a la una de la tarde, luego de navegar
por el rio Momón llegamos al poblado “Centro Fuerte”. Nos recibe, junto a un
grupo de mujeres y niños, el Curaca Oscar Arahuanasa, nos miran con cierta
curiosidad y en su lengua natal nos dan la bienvenida a sus tierras haciéndonos
pasar a su maloca principal donde exhiben la artesanía que producen.
Ellos son Jíbaros, nos dice Úrsula Vera,
dueña del Ecolodge Amazon Garden y responsable de ésta visita. Inmediatamente
viene a mi mente escenas de películas vistas hace algunos años, donde los jíbaros reducen las cabezas. Me inquieto, pero más que por miedo lo que siento
es curiosidad, así que no dude en preguntar al curaca si aún practicaban esos
rituales y sobre todo, quería saber cómo lo hacían.
Oscar (Urushpe en lengua jibaro) tiene aproximadamente
75 años y cuenta que esas historias son ciertas pero que han dejado de reducir
cabezas al llegar los evangelizadores y convencerlos de no pelear más entre
tribus vecinas, más o menos cuando él tenía 13 años. El jefe de la tribu vencedora
luego de una guerra frontal era quien realizaba el Tzantza (reducción de cabeza)
del jefe perdedor con el fin de que éste no regresará a vengar su muerte.
El pueblo Shuar creía que al reducir la
cabeza del enemigo, éste se convertiría en un talismán de buena suerte y sobre
todo no regresaría a cobrar venganza, si no más bien su espíritu se volvería
servil. Según sus creencias religiosas el ser humano tiene tres tipos de espíritus
diferentes: el Wakani (parte del alma que
sale del cuerpo tras su muerte y sobrevive), el Arutam (parte protectora
que defiende al cuerpo de las agresiones físicas externas) y el Mésak (un espíritu cruel y
vengativo que se activaba cuando la persona portadora del Arutam era asesinada
violentamente).
El curaca nos comentó que aún guarda una
cabeza reducida en su aldea, una joya del que no se quiso deshacer a pesar del
tiempo, para recordar su pasado, proteger su presente y encaminar su futuro. El
pueblo Jibaro se extiende entre los territorios de Perú y Ecuador por el
Amazonas.
Según los
historiadores, los Jibaros nunca fueron dominados ni por Incas ni por
españoles ya que era una tribu temeraria que infundía miedo. Sin embargo en el
apogeo de la era del caucho, Ildefonso Graña Cortizo, natural de Galicia, fue
considerado “Rey de los Jibaros”. Este gallego en el año 1904, llegó primero a
Brasil donde laboraba como cauchero, años después junto a un amigo se montó en
un deslizador rumbo al Pongo de Manseriche (Santa María de Nieva, provincia de
Condorcanqui, Amazonas) navegando hasta llegar al puerto de Iquitos. Allí empezó
su aventura épica convirtiéndose en Rey luego de casarse con la hija del
Curaca.
Oscar es un anciano que camina
descalzo y no se despega de su cerbatana. Casi todo el tiempo nos habla de su
pueblo, de sus danzas, de la forma como cazan y se alimentan, siempre es amable
con los turistas, de ello depende la venta de sus artesanías. En su comunidad son
13 familias, se dedican a la agricultura, siembran yuca y caña de azúcar,
recolectan plátanos y frutas tropicales, siguen cazando con cerbatana, se
alimentan de tortugas, monos, paujiles, peces de río, sajinos y otros animales
de monte. Fabrican sus armas de caza con palmera que cortan en dos, lo lijan y
pegan con caucho.
Los pobladores de la comunidad de
Centro Fuerte están orgullosos de sus raíces, aunque ahora adoran a un Dios que
no ven y que fue traído por los evangelizadores que no se amilanaron y lograron
convencerlos de no pelear más.
Oscar, el curaca, se despide de
nosotros. No deja de ser efusivo hasta en la partida, nos exhorta a que
difundamos más sobre ellos, a que contemos que no son unos monstruos que
reducen cabezas, sino que son un pueblo con ganas de salir adelante, que tiene una
cultura diferente, rica en conocimientos de medicina natural y que la quieren
compartir al mundo entero. ¿Se animan a conocerla?
COMO LLEGAR:
Para mayor facilidad y seguridad
pueden contactarse con Amazon Garden Ecolodge Boutique,
quienes realizan tours a diferentes comunidades nativas en Iquitos. correo: info@amazongardenecolodge.com o
a los teléfonos 933224036 / 987683327
Texto y Fotografías: Elizabeth Gonzales T.
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