Por el uso de “un lenguaje decantado que demuestra la solidez de un oficio poético”, su obra un silencio tan blanco fue declarada ganadora por unanimidad
Los
poemas de la obra un silencio tan blanco, de la escritora Valeria Guzmán
Pérez, conducen a “contemplar, con gran nostalgia y desde un ambiente
claramente urbano, la naturaleza que se manifiesta y sobrevive en paisaje en
apariencia hostil”. Son, de acuerdo con el jurado calificador —integrado por
Carmen Villoro, Jorge Esquinca y Rogelio Guedea, que le otorgó de manera
unánime la novena edición del Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José
Emilio Pacheco—, una incitación “a descubrir la belleza con esa mirada de
asombro y respeto que invita, frente al avance civilizatorio a conciliarnos con
lo otro, lo distinto, lo lejano, y volverlo familiar y entrañable”.
El volumen de poemas que Valeria Guzmán presentó con el seudónimo Marina
Ajmátova, “a través de versos luminosos” evidencia “un lenguaje decantado
que demuestra la solidez de un oficio poético”, consideró el Jurado del Premio.
La ceremonia de entrega de este galardón se realizará el sábado 7 de diciembre
durante la edición 38 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Valeria Guzmán Pérez (Rusia, 1988) es poeta, lexicógrafa, docente y
traductora. Nacida en Rusia, de madre nicaragüense y padre ecuatoriano; es
residente mexicana. Es directora del proyecto Mujeres al oído, audios de
escritoras ecuatorianas contemporáneas. Entre su obra publicada se
encuentran Efusiva penitente, Ofidias y Animalemas, así
como la traducción del francés de Una historia del azul del poeta
Jean-Michel Maulpoix y la antología Voces que cuentan. 10 narradoras
ecuatorianas. Algunos de los reconocimientos que ha obtenido son el Premio
Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en poesía y
en ensayo; el Premio de Poesía Tijuana, y tres veces ganadora de los Fondos
Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio de Ecuador.
La novena edición del Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José
Emilio Pacheco convocó a 202 obras de 21 países y fue creado en memoria del
escritor mexicano como un espacio para incentivar la creación literaria y la
apreciación estética de la naturaleza. Es convocado por la Universidad de
Guadalajara, mediante el Museo de Ciencias Ambientales del Centro Cultural
Universitario, en colaboración con la FIL Guadalajara. En sus nueve ediciones
han participado más de un millar de obras de todo el orbe.
La
primera edición del Premio fue recibida ex aequo por los poetas mexicanos León
Plascencia Ñol y Jorge Gutiérrez Reyna. La segunda edición fue para
la argentina Brenda Becette, por La
parte profunda. El venezolano Santiago Acosta, con su
poemario El próximo
desierto, fue acreedor al galardón en su tercera edición. La cuarta
edición recayó en la narradora mexicana Claudia Cabrera Espinosa, por Posibilidad de los mundos. El
poeta mexicano Marco Antonio Rodríguez Murillo la quinta edición por Tal vez el crecimiento de un jardín sea
la única forma en que los muertos pueden hablarnos. La sexta
edición fue premiada Una
ciudad para el fin del mundo, del mexicano Oswaldo Hernández
Trujillo. El poeta salvadoreño Jorge Galán fue el ganador de la séptima edición
del Premio, con Equinoccio
y
la octava edición fue para Alejandro von Düben con su obra En todo cuerpo hay vacío.